Todas las temporadas asistimos al cambio prematuro de entrenadores por idéntico motivo. Los resultados no son los esperados para el “entorno”, especialmente para el presidente o consejo de administración y sus asesores.
Al inicio de temporada nadie se imaginaba que el mismo entrenador que hacía unos meses era alabado por los medios de comunicación, aclamado por sus seguidores, y en ocasiones, prorrogado y mejorado sustancialmente su contrato por la brillante temporada pasada (había ascendido o salvado al equipo), hoy es el culpable de todos los males que le ocurren a la entidad. No sólo es el culpable de perder, es culpable de las lesiones, de las sanciones, de los errores arbitrales.
Es decir, de todo.