El fútbol tiene unas reglas por las que se rige y unos objetivos que persigue entre los que sin
duda, se encuentra el espectáculo. Si nos centramos en el fútbol profesional y atendemos a
los criterios y comentarios de los expertos comunicadores de este deporte, o nos dejamos
influir por las opiniones de los aficionados, podríamos deducir que generalmente, se juega
bien cuando se gana y mal cuando se pierde. Pero esta apreciación suele estar basada en un
enfoque erróneo del análisis del juego de un equipo, ya que se puede haber jugado bien y que
el resultado sea negativo (simplemente porque el adversario lo ha hecho mejor o ha tenido
la suerte de su parte), o por el contrario, darse el caso opuesto y aun habiendo jugado mal,
las circunstancias propias del fútbol nos permitan obtener un resultado positivo. Por lo que
si nos basamos sólo en los indicadores de marcador/resultado final, seguramente nuestras
conclusiones al respecto resulten poco fiables.
Los gustos personales influyen directamente en la apreciación que tiene cada uno de lo que
significa jugar bien.
Sin embargo, debemos tener en cuenta que todo juego tiene unos fundamentos y jugar bien
es dominar los fundamentos que caracterizan a ese juego. Según mi criterio, jugar bien
al fútbol es dominar los aspectos defensivos y ofensivos (fundamentos) propios de este
deporte, con la solvencia y elegancia necesarias para influir de una forma positiva en las
emociones de los espectadores.
El fútbol tiene una estructura organizativa, aunque variable, perfectamente definida y de
su estudio podemos concluir que se ha jugado bien, o por el contrario se ha jugado mal,
en función del número de veces que hemos conseguido nuestros objetivos individuales y
colectivos en cada fase y sub-fase del juego. Y ese número responde a la capacidad del equipo
para dominar sus fundamentos independientemente del resultado que figure en el marcador
tanto a lo largo como al final del partido.
Parece claro que si se juega bien los resultados deberían estar en concordancia con el juego y
generalmente es así, porque si dominas los fundamentos del juego, el adversario tendrá que
hacerlo mejor que tú para ganarte. En ese caso, los dos habrán jugado bien, habrá sido un gran
partido y todos habrán disfrutado con el espectáculo.
Alberto Esparís.
Entrenador nacional de fútbol
Entrenador analista