Atrás quedan los tiempos en que los “culés” daban tumbos y cambios de rumbo constantes con la idea y la urgencia de estar por encima de su eterno rival. Tardaron en darse cuenta de que las prisas sólo son buenas para los malos toreros. Llegó un día en que se plantaron, aparcaron las urgencias y comenzaron a primar las ideas sobre las urgencias, la cabeza sobre el corazón y ahora tienen las dos cosas: cabeza y corazón, y las dos a pleno rendimiento. Mucho tiempo persiguiendo esto y ahora llevan años recogiendo y saboreando las mieles del trabajo bien hecho, siempre en la misma dirección, con constancia y perseverancia, creyendo en lo que se estaba haciendo; tanto tiempo de espera parece que ha merecido la pena.