Ya sabéis chavales: somos once contra once, así que…, cada uno al suyo y los que sobren al ataque...
Con esta frase tan expresiva dicen que un día dijo el entrenador con determinación a los suyos ¿Para motivarlos? Sabedor de su inferior potencial respecto de su rival, o quizás lo qué quería era transmitir la seguridad de que su equipo iba a encontrarse con situaciones (duelos individuales) favorables a lo largo del partido que le iban ayudar a equilibrar las fuerzas. ¿Y por qué pensaba él que le sobraría alguno? ¿Será que no siempre hay once oponentes durante el partido aunque si estén sobre el campo?
Que el fútbol es un deporte de equipo está fuera de toda duda, que además ese equipo está formado por once jugadores viene establecido por el reglamento. Lo que ya no está tan claro es que lo colectivo esté siempre por encima de lo individual. Tengo la impresión de que los resultados se consiguen en muchos más casos por una acción o genialidad individual que colectiva, especialmente en esas acciones que determinan el resultado final del partido. En definitiva, que un partido de fútbol está lleno de situaciones favorables y desfavorables que se resuelven en última instancia de forma individual.
Es una frase muy recurrida en todos los ámbitos relacionados con el fútbol. Cuando esta es utilizada por un entrenador puede estar buscando una motivación extra para su equipo intentando restarle importancia al rival, o por el contrario poniéndose la venda antes que la herida. Si bien es cierto que un equipo de fútbol se compone de once jugadores sobre el campo, tanto la diferencia de potencial entre los contendientes como las actitudes y misiones de los futbolistas durante el partido, restan la trascendencia que se le pretende atribuir al guarismo en sí.
A continuación, y a modo de reflexión, hacemos referencia a situaciones frecuentes que vienen a corroborar lo anteriormente expuesto:
- Ante el lanzamiento de un penalti: ¿Son once contra once o es uno para uno?
- En un libre directo: ¿Son once contra once o es uno para uno?
- ¿Y en uno para uno con el portero como último oponente? ¿Dónde está el equipo? ¿Dónde están los diez que faltan? ¿No es esta la máxima expresión de una acción individual determinante?
Ya sé que me pueden contestar que los diez restantes bien podrían haber sido rebasados por una acción colectiva. Puede ser, pero lo más probable es que hayan sido sorprendidos por otra acción individual aislada, como por ejemplo en un pase del portero con la velocidad y precisión adecuadas.
- En un saque de esquina ¿Se ataca con once?
- En un libre directo o indirecto, cuando el contrario sitúa cinco jugadores en la barrera con la intención de dificultar el tiro a portería ¿No se está sacrificando al equipo en la zona de remate, donde el rival le puede superar fácilmente en número? ¿En ese caso, cómo utiliza el equipo contrario sus once contra la realidad de un bloque formado por cinco jugadores parados, haciendo de pantalla? ¿Dónde está el equipo? Mejor dicho ¿Cómo se disponen esos once jugadores para actuar como equipo?
Siempre me ha llamado la atención el escaso porcentaje de goles conseguidos como consecuencia de las acciones a balón parado, donde las barreras dispuestas por el adversario, formadas por un amplio número de jugadores, terminan debilitando la defensa de la zona o zonas de remate. Probablemente, en estas ocasiones, el equipo atacante no esté utilizando sus once jugadores de una forma convenientemente organizada.
Sólo hay once contra once al inicio del partido o en un saque de centro. Después será difícil que se vuelva a dar esa circunstancia porque el balón se mueve, y a mucha velocidad, teniendo además la “facultad” de hacerlo por arriba (aéreo) también los jugadores se mueven, unos con movimientos de distracción y otros buscando espacios libres para ocuparlos. Algunos se mueven para “ausentarse” e inhibirse de sus responsabilidades dejando al colectivo en inferioridad. Lo ideal sería disponer de las mejores individualidades posibles con la predisposición necesaria para poner al servicio del equipo su talento y emplear sus aptitudes en un plano individual, sólo cuando la situación lo requiera.
Basta con observar con un mínimo de atención un encuentro de cualquier categoría para darse cuenta de que las situaciones de uno contra uno, dos contra uno y viceversa, son las más frecuentes a la vez que determinantes. Por lo que podemos decir, sin temor a equivocarnos, que el fútbol es más un uno para uno que once contra once.
En resumen, que con buenas individualidades en las zonas clave, lo colectivo puede que se quede en un segundo plano.
Alberto Esparís.
Entrenador nacional de fútbol
Entrenador analista