Si tienes un hijo pequeño al que le gusta el fútbol, déjale que aprenda a jugar a la pelota antes que al fútbol, deja que se divierta en el parque o plaza con sus amigos; es la mejor escuela.
En muchas ocasiones son los padres los que se empeñan en que su hijo debe jugar al fútbol sin pararse a pensar si el niño tiene el mismo interés, o simplemente lo hace por cumplirle el gusto a su ídolo, su padre.
Si la tentación es tan grande que quieres hacerlo futbolista de forma prematura, piensa bien lo que haces, y antes de apuntarlo a una escuela o equipo de futbol, haz lo que harías con cualquier otra cosa; antes de elegir comprueba lo que se “cuece” en ese lugar al que pretendes llevarlo. Recuerda que es tu hijo, y no creo que haya nada más importante que un hijo especialmente en esas tempranas edades. Seguramente lo que veas te haga reflexionar y posiblemente te des cuenta enseguida que no merece la pena. Que ya habrá tiempo para jugar al fútbol.
Por si no eres un experto en esto del fútbol, aunque te guste mucho, me voy a atrever a darte unos consejos que posiblemente te ayuden a encontrar la respuesta correcta al dilema de si enviarlo a una escuela o equipo o, por el contrario, seguir llevándolo al parque con sus amigos a divertirse.
Así que te pones en marcha, te enteras donde y cuando juega ese equipo y planificas tu “visita” como algo importante, como todo lo que tiene que ver con un hijo. Cuando llegues al campo de juego a observar ese partido donde participa el equipo o escuela a la que estás pensando llevarlo debes centrar tu atención principalmente en los siguientes aspectos:
- Recuerda que no vas a ver fútbol: vas a investigar
- En la grada: Presta atención a este dato, es fundamental. Confirma el porcentaje de padres o madres normales con respecto a los forofos exaltados. Estos últimos son tremendamente nocivos para el deporte en general.
- En el banquillo: Observa detenidamente si hay un entrenador-educador o por el contrario es un “entrenador” al que lo único que le importa es ganar como sea. Son fáciles de distinguir. Si está continuamente enviando mensajes a los niños, que ni siquiera tú eres capaz de comprender y en un tono poco adecuado, entonces no te interesa.
- En el campo de juego: Fíjate en la cara de los niños y trata de identificar si se están divirtiendo o tienen cara de circunstancias e incluso de sufrimiento.
- Y por último, comprueba si el entorno, ambiente en general, es de armonía o de crispación.
No te menciono al árbitro porque seguro que lo insultan aunque también sea un niño, un poco mayor, pero un niño. Debes saber que es una circunstancia inadmisible pero aceptada como ”normal” en este invento.
Si al final de este análisis la conclusión es satisfactoria, entonces eres un privilegiado. Has dado con la institución ideal para llevar a tu hijo. Hay pocas oportunidades como esa, aprovéchala.
El fútbol no se enseña, se aprende.
La base de la técnica es la coordinación, y no existe mejor tarea para mejorar o adquirir esa capacidad que el juego libre con la pelota o el balón. Primero y muy importante, te ayuda a dominar tu cuerpo y después a dominar el balón. Y sólo cuando estas dos circunstancias se dan debes empezar a practicar fútbol, que es un deporte de asociaciones aunque con unos componentes individuales muy marcados.
Alberto Esparis.
Entrenador Nacional de Fútbol.
Técnico Analista.