Que el fútbol está lleno de tópicos es una realidad incuestionable y que además está lleno de mentiras bien contadas es igualmente cierto.

Una de las frases míticas que se siguen escuchando al inicio de cada temporada, durante la presentación del nuevo técnico en rueda de prensa, es la de: “Vengo con mucha ilusión y a trabajar duro”; pues sólo faltaría… comenzar una aventura y que te dejaras la ilusión y las ganas de trabajar para otra ocasión. Al entrenador la ilusión y el trabajo se le suponen, de la misma forma que el valor a los militares. Con lo cual, si prometes algo, no debería ser otra cosa que fútbol y resultados; fútbol de verdad, el que quieras, el que te guste, el que seas capaz de sacarle a tus jugadores, pero de verdad. Y desde luego resultados, ya que si tu propuesta no consigue el único fin para el que has sido contratado (que no es otro que conseguir el mejor resultado posible para tu equipo en los partidos que dispute) no sería válida. De tal modo que si yo fuese el responsable de tu contratación me aseguraría totalmente de que además de trabajo e ilusión (imprescindibles), traes algo más en tu mochila y ofreces lo que realmente va a necesitar el equipo, los socios, seguidores, etc… Que no es otra cosa que un entrenador capacitado, con los suficientes conocimientos, actitudes y aptitudes propias de su cargo.

Y en este sentido, no vale sólo con estar el primero en la caseta, ni tampoco con ser el último en abandonarla al finalizar la sesión. No vale con tener voz de mando, el ceño fruncido y ser políticamente correcto. Cambiaría algunos de esos tópicos típicos por mensajes con más enjundia.

En lugar de:

• En la presentación: Yo sólo puedo prometer trabajo.
  • Si prometes algo que sean resultados.
• Después de una derrota: tendremos que seguir trabajando.
  • Habrá que seguir entrenando para mejorar.
• Después de varias derrotas: Hay que trabajar más
  • Tendrás que mejorar a base de entrenar más y mejor
• El equipo está trabajando bien tendrán que llegar los resultados
  • Entrenado más y mejor es cómo llegarán los resultados

Un entrenador trabaja para ser mejor y entrena día a día para mejorar y ampliar los recursos individuales y colectivos de la plantilla con el objetivo claro de aumentar su potencial, y con ello conseguir el mejor rendimiento posible a su equipo en juego y resultados. Para ello se hace imprescindible un análisis minucioso y permanente de las capacidades condicionales, técnico-tácticas y psicológicas; situacionales o coyunturales, que inciden y determinan el rendimiento de los jugadores con el fin de potenciar sus virtudes y corregir sus defectos. Ese análisis hay que hacerlo también cuando se gana porque un entrenador tiene que saber los motivos concretos por los que pierde su equipo pero también los motivos por los que gana. En el análisis está la base del progreso.

La actualización permanentemente de tus conocimientos, el análisis constante de las evoluciones de los jugadores que tienes a tu disposición durante las sesiones de entrenamiento y la competición, la búsqueda de la metodología idónea para mejorar al grupo y el diseño de tareas específicas encaminadas a incrementar el valor de los futbolistas es lo que yo entiendo por trabajar. Entrenar no es trabajar, es poner en práctica tus conocimientos en la materia a través de las tareas diseñadas para corregir o potenciar las capacidades técnico-tácticas de tu equipo a nivel individual y colectivo que permitan aumentar su rendimiento competitivo. Entrenar es enseñar, adiestrar, preparar, perfeccionar... El trabajo es anterior y posterior, es todo aquello que hace posible que te denominen entrenador.

La mayoría de los equipos terminan una temporada con los mismos defectos con los que comienzan, tanto a nivel colectivo como individual. Siendo señal evidente de que no se ha entrenado lo suficiente o que no se ha hecho en la dirección correcta. Seguramente se ha ido al campo de entrenamiento con la frecuencia necesaria pero a “trabajar”, no a entrenar. Y ese “trabajar” consiste en seguir la rutina, cumpliendo el expediente para que nadie me cuestione mi profesionalidad; y cómo “el fútbol es así “, no pasa nada, la culpa siempre es del empedrado.

La pregunta del millón es cómo saber realmente cual es el máximo nivel del equipo. Quién y cómo halla el baremo exacto para exigirle al entrenador la obligación de cumplir con el objetivo de sacarle el mayor rendimiento posible a la plantilla.

Dicen que la suerte es muy amiga del trabajo. Si trabajas mucho y tienes mala suerte, aquí hay algo que no cuadra.

Y tú ¿Entrenas o trabajas?

Alberto Esparís.
Entrenador nacional de fútbol
Entrenador analista