Antaño, cuando las comunicaciones eran como eran o sencillamente no existían y las
posibilidades de observar al rival eran más bien pocas, al entrenador sólo le quedaba el
recurso de agudizar su ingenio, centrarse en su equipo y con los escasos recursos de que
disponía, prepararlo todo para afrontar con un mínimo de garantías cualquier eventualidad
que pudiera surgir durante el partido correspondiente. Hoy en día, gracias a la tecnología,
la información fluye en todas direcciones y a tanta velocidad que resulta imposible no saber
nada del rival. Ya se encargan otros de contarte lo bueno y lo malo de cada uno, aunque no lo
pretendas te ponen al día. Así que, en poco tiempo hemos pasado de no saber casi nada sobre
el adversario a saberlo casi todo.
Alguno de los escasos privilegiados que ocupan un banquillo en el fútbol profesional
actual y que a la vez manejan la secretaría técnica como si el club fuese suyo, tienen más
técnicos analistas dedicados al estudio y observación de los rivales que a su propio equipo.
Seguramente porque se creen sobradamente capacitados y piensan que lo saben todo
acerca de su equipo, pero la realidad es que nunca se sabe todo de nada y el fútbol no es una
excepción.
Existe una preocupación exagerada por saberlo todo, hasta el último detalle del rival, y además
se tiende a maximizar sus virtudes y en muchos casos se deja en un segundo lugar sus puntos
débiles. Con este exceso de celo hacia la observación del adversario se corre el riesgo de
descuidar lo propio, lo realmente importante. Tengo el presentimiento de que se quiere llegar
tan lejos en el conocimiento de los rivales que se está olvidando de lo básico, de lo nuestro;
nos perdemos en un sinfín de detalles irrelevantes que se ven magnificados hasta el punto de
convertirlos en armas en contra de nuestros propios intereses.
Mucho me temo que algunos de los partidos empiezan a perderse en la charla sobre el rival,
al ensalzar sus fortalezas por encima de la realidad. Con el objetivo de poner en alerta a
los integrantes del propio equipo sobre los peligros provenientes del adversario, a veces
infundados, se termina por conseguir el efecto contrario al limitar la propia capacidad anímica
de nuestros jugadores para afrontar situaciones normales, que han sido convertidas en
extraordinarias de forma artificial.
Hay que tener en cuenta que el rival también nos estudia, y en base a esos análisis puede
variar sus planteamientos anteriores en función de las conclusiones a las que haya llegado
sobre cómo neutralizar o combatir nuestras fortalezas o debilidades. Si, por otra parte, el
comportamiento de nuestro equipo también se ve alterado por las mismas circunstancias, el
riesgo de acabar por limitar las capacidades de ambos equipos es evidente.
De nada vale intentar conocer con precisión milimétrica todo lo relacionado con el adversario
si con ello descuidamos o desestimamos nuestras propias fuerzas.
No pretendo restarle un ápice de importancia a la creciente demanda sobre el análisis de
los rivales y sus peculiaridades, todo lo contrario, son indispensables. Lo que trato de dejar
patente es la importancia de conocerse a si mismo por encima de todo. Como en todo hay
prioridades, conocer y confiar plenamente en tus fuerzas son razones incuestionables para
tratar de conseguir los objetivos marcados. Los informes sobre los rivales son necesarios, pero
sin exagerar la realidad y centrados en lo relevante.
La creciente especialización y profesionalización de técnicos analistas en la realización y
edición de informes técnicos sobre jugadores y equipos en el fútbol, puede ser una de
las causas que estén contribuyendo a la igualdad de fuerzas que actualmente se viene
manifestando entre la mayoría de los equipos profesionales, por lo que cada vez cobra más
importancia tanto la calidad de la información recabada como el tratamiento de la misma por
el destinatario final.
En la era de la tecnología la información se torna imprescindible, sin análisis no puede haber
progreso, pero lo realmente transcendente de la información no es la cantidad sino su calidad,
y por supuesto su utilización. No siempre es recomendable contar todo lo que se sabe, y si se
hace ha de ser de la forma más inteligente.
Alberto Esparís.
Entrenador nacional de fútbol
Entrenador analista