Con los niños "no se juega"

14/01/2014

Resulta  paradójico  escuchar a algunos especialistas de este deporte hablar de educadores, formadores, profesores, etc. refiriéndose al trato y a la metodología  que se debe  emplear en el aprendizaje del fútbol por los más pequeños  y comprobar, una y otra vez, en los torneos cada vez más abundantes y mediáticos en todo el territorio nacional, como al final  eso de la enseñanza y el deporte se queda en pura anécdota y todo se reduce a ganar como sea.

Sólo hay que ver con un mínimo de sensibilidad  hacia el  fútbol de formación   unos minutos de uno de estos partidos,   retransmitidos con los medios y técnicas de comunicación más avanzadas del momento, para darse cuenta de que algo no funciona.

Si caemos en la trampa de considerar a los niños como hombres pequeños seguramente  estamos incurriendo en un error de consecuencias impredecibles.   

¡Hay que matar el partido! …dice el comentarista. ¡Hay que romper la red!...  indica el entrenador ¡Le están ganando la espalda con mucha facilidad!...  comenta el analista. Son los mismos  argumentos y teorías empleados por los comentaristas profesionales sobre  acciones  similares en cualquier partido de fútbol de la alta competición.    

Otro aspecto que  llama la atención  es ver cómo se utiliza a los más fuertes físicamente para ganar partidos. Uno de los errores de contar en el equipo con un jugador dotado de una fuerza y potencia por encima de la media es la tendencia a acaparar todo el juego.  Inicia y termina la jugada sólo con la ayuda de su fuerza y no de su técnica, limitando además las intervenciones de sus compañeros ¿Y yo me pregunto… a quien favorece esta conducta? A nadie. Perjudica al fuerte porque no juega en equipo y al débil  porque no interviene lo que debiera.

No se trata de proteger a los más débiles físicamente, sino más bien de prevenir  a los más dotados para  cuando esas fuerzas se igualen, no terminen convertidos en fracasados prematuros y arrastren esa pesada carga durante toda su vida.  Son entrevistados, comentados y tratados como ídolos y seguramente más pronto que tarde se verán abocados al ostracismo.

En este caso el refrán de “vale más maña que fuerza”  no se adecua a la realidad de una competición donde la fuerza, a estas edades,  es  factor determinante estando muy por encima de la técnica (maña),  posiblemente limitada por la falta de contacto con la pelota. Cómo van a dominar la pelota si el entrenador les ha obligado a jugar al fútbol.

Si tenemos en cuenta que en la enseñanza lo importante es el principio ya que lo anterior marca lo siguiente,   se deberían cuidar con más mimo los detalles, especialmente aquellos que tienen que ver con la pedagogía ¿No se le debería consultar a un pedagogo donde están los limites para, sin restarle un ápice de espectacularidad al evento, ni siquiera de competitividad, darle un enfoque más formativo?

El exceso de competitividad y responsabilidad por la victoria al precio que sea  resta pureza a la propia competición.  Se debería tender a restarle dramatismo a las derrotas e importancia a los triunfos  por el bien del deporte en general y la salud mental del niño en particular. Si por quedar segundos tienen que aparecer tristes e incluso llorando al recoger el trofeo entonces aquí no ha fallado algo, ha fallado todo: los organizadores, los clubs, los entrenadores, los padres…

Ha fracasado todo lo que les rodea, excepto ellos,  los niños:

  • Los padres por haber permitido que a sus hijos les eduquen en ese ambiente.
  • Los clubes por permitir y premiar ese afán por ganar como sea.
  • Los entrenadores por anteponer el marcador a la formación.
  • Los organizadores y patrocinadores por olvidarse de que su objetivo no es otro que formar deportistas.
  • Los medios de comunicación por trasladar a la sociedad y fomentar esa propuesta como modelo de fútbol de formación.

En esta etapa de la formación estimo inapropiado hacer una división entre vencedores y vencidos, reforzada con una entrega de trofeos de dudosa idoneidad, seguramente sería más conveniente premiar a varios por el mismo motivo y por otros aspectos o valores como la deportividad, esfuerzo, solidaridad, etc.   En cualquier caso, considero que el mayor premio es haber sido elegido para participar y poder hacerlo.

 

Alberto Esparis.

 

14/01/2014
Comentarios
  • Lucia muñoz3 de junio de 2015
    Hola soy una mama que aplaude el escrito pero mala suerte no es asi, tengo un hijo que juega al futbol desde los 4 pero no por que nos gustase era por que al niño le gustaba su primer entrenador era desde nien pequeños a los que veia con mejor cualidades los sacaba todo el tiempo pero bueno yo era novata como madre en el club y pense que era normal lo que hacian fuy observando la evolucion de mi hijo que no disfrutaba como lo hacia en el parque bueno estaba decidida a borrarlo pero a final de temporada llegavan dos entrenadores uno una chica y un hombre mayor con ellos si que jugaban todos por igual sin ninguna excepcion y estaba motivado y integrado cambio otra vez de entrenador y este es el espirutu mounrino ganar ganar son niños de 7 años y el club le exige tambien ganar copas y no fomentar la humildad y cuando te quejas al club o al entrenador de su tactica y formacion te contesta que sale dos partes que el es muy compititivo y el coodinador lo apoya..te sientes tan impotente solo dos o trs padres tenemos este punto de vista.. no estan cualificados a llevar niños acostumbran a quedarse en el banquillo a los mismos son niños por favor no estamos en un club de alto nivel pero veo que esto predomina mucho un saludo y me gustaria que realmente no borrar al niño pero el no quiere ..viendo un vacio que hay en no perjudicar al niño no se mi leeras ya me gustaria que realmente fuesen los entrenadores como tu una anecdota en un partido iban perdiendo y como reflejo de los niños que se piensan que son cracks recrimnaron al portero de perder el partido a su compañero el unico de todomel equipo que le dio animos fue mi hijo se lo dije un dia que habia que animar a los compañeros y me hizo caso y la madre me lo agrecio eso para mi es lo mas importante humildad
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